Hace
unos días, ‘The New Yorker’ publicó un cuento de F. Scott Fitzgerald que había
rechazado en 1936 por considerarlo demasiado fantasioso.
El cuento de F. Scott Fitzgerald, “Gracias por la
luz”, fue rechazado en ‘The New Yorker’ porque a los editores les pareció
demasiado fantasioso y muy diferente al tipo de cosas que el autor solía
escribir. Como este caso se conocen muchos más, entre los que están:
EL
TÚNEL DE ERNESTO SABATO.-
Cuando Sabato ofreció
su libro en 1948, fue rechazado por todas las editoriales de Buenos Aires. Tuvo
que resignarse a que lo publicaran en la revista Sur, que era dirigida por
Victoria Ocampo. Pronto, El túnel llegó a las manos de Albert Camus,
quien elogió su obra y movió influencias para que fuera publicada por
Gallimard.
EL
ALEPH DE JORGE LUIS BORGES.-
La carta de rechazo
dirigida a Borges decía: “Lo siento mucho, pero es absolutamente imposible
traducir este texto en algo que se venda. Está fuera de duda que es
extraordinario, pero me parece que su excepcionalidad va en su contra. Lo
rechazo con las apropiadas expresiones de asombro”.
LA
HOJARASCA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ.-
García Márquez envió
el manuscrito a la Editorial Losada de Buenos Aires, fue rechazado por el
despistado Guillermo de Torre, el mismo que 25 años atrás había desechado los
originales de Residencia en la tierra de Neruda. En una carta de respuesta
al joven escritor de Aracataca, le aconsejaba que se dedicara a cualquier otro
oficio diferente de la literatura.
LA
FAMILIA DE PASCUAL DUARTE DE CAMILO JOSÉ CELA.-
Antes de llegar a la
imprenta, fue rechazada por varias editoriales por lo tremendista de su
argumento y el consiguiente miedo a la censura. "Le va a ser difícil
publicar la novela, pero usted es joven y puede cambiar de oficio", le
llegaron a decir.
LOLITA DE VLADIMIR
NABOKOV.-
Muchos editores
tuvieron miedo de publicar Lolita por ser demasiado obscena. Una de las cartas
de rechazo decía: “Es nauseabunda, incluso para un progresista. Para el público
será repugnante. No venderá y le hará un daño inmensurable a su reputación…
Recomiendo que la entierre bajo una piedra durante mil años”.
THE
BELL JAR DE SYLVIA PLATH.-
Al rechazar su libro
le dijeron: “No se evidencia un talento lo suficientemente genuino para que
nosotros lo tengamos en cuenta. Es una novela mal concebida y pobremente
escrita, no le haríamos a nadie ningún bien si la publicáramos. A la heroína de
la historia le falta profundidad, sensibilidad y autoconocimiento. El
sentimiento general al terminar de leer es de vacío, incomodidad y banalidad”.
EN
BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO DE MARCEL PROUST.
André Gide, que
trabajó de lector para Gallimard, devolvió En busca del tiempo perdido al
editor con un comentario del que se arrepintió más tarde: “No puedo comprender
que un señor pueda emplear treinta páginas para describir cómo da vueltas y más
vueltas en su cama antes de encontrar el sueño”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario