En el 175 de la Quinta avenida se encuentra un edificio que alguna vez
fue vedette de la arquitectura en Manhattan. A pesar de tener apenas 21 pisos y
más de 100 años, hoy su belleza sigue cautivando a propios y extraños.
EL FLATIRON, pequeño gigante en New York
La mayoría asocia Nueva York con los rascacielos. Turista que
se respete hace cola en el Empire State, cuyos 102 pisos lo convierten en el
más alto de todo Manhattan. Le siguen el Chrysler con 71 pisos y el Rockefeller Center con 70, y una terraza
que es punto obligado para todo aquel que quiera ver la ciudad desde las
alturas.
En medio de estas espigas
torres está un edificio de 20 pisos que
algún día fue llamado rascacielos, pero que hoy se esconde entre la inmensa
jungla de concreto de la isla. Se trata del Flatiron, ubicado en la
intersección de Broadway con la Quinta avenida, entre las calles 22 y 23. A
pesar de que otros más altos lo han eclipsado, sigue siendo un sitio recomendado
en las guías turísticas por su belleza y su importante legado arquitectónico.
Su estrellato comenzó incluso
antes de ser inaugurado. Los diarios divulgaron el proyecto no solo porque iba
a ser una de las más altas estructuras de la ciudad sino porque rompería con el
molde utilizado para las construcciones de la época. El Flatiron se levantaría
desde la calle como un triangulo isósceles de 94 metros de altura.
Algunos pensaron que por
esas características de forma y talla, la estructura no resistiría el embate de
los fuertes vientos. Nada de eso ocurrió y en 1903 el edificio abrió sus
puertas. Se le bautizó Fuller Building en
honor a George A. Fuller, dueño de la empresa que lo mandó construir. Pero ese
nombre nunca pegó, pues la gente lo siguió llamando Flatiron. Así se le conocía
desde hacía muchos años al lote en el que se construyó, ya que su forma
triangular semejaba una plancha de hierro – flatiron en inglés- de la época. Actualmente,
esa palabra le da el nombre a toda la zona que incluye, tiendas, oficinas,
cafés y restaurantes.
Aunque
en su época el edificio tuvo sus críticos, hoy nadie duda de que el Flatiron
marcó un hito arquitectónico. Este diseño busco reproducir los palacios
renacentistas que se caracterizaron por un zócalo o basamento en los primeros niveles,
un cuerpo de pisos y un remate a modo de gran corniza.
Este
tipo de palacios renacentistas verticales,
en general los rascacielos posteriores, fueron posibles gracias a la
convergencia de varios factores: el desarrollo de la estructura en acero, la
electricidad y la invención del ascensor. Otro elemento su el alto costo del
suelo en las ciudades.
El
gran atractivo del edificio fue y sigue siendo su forma. Es como si tuviera
tres caras diferentes pues, si se mira desde el costado sur, parece un edificio
cuadrado, si los vemos de los costado este y oeste, es rectangular, en cambio
si se aprecia el vórtice norte de solo dos metros y un ángulo de 25 grados-
desde la plaza del General Worth, entre la Quinta y Broadway- se obtiene una
vista majestuosa. “Le da al edificio la imagen de una proa de barco navegando
en la ciudad”.
Una anécdota
de sus comienzos cuenta que los hombres iban a su fachada a ver unos buenos
pares de piernas. Como la altura del edificio desviaba las corrientes de aire
por sus costados, se volvió una costumbre masculina ir al frente del edificio a
esperar a que el ventarrón levantara las faldas de las mujeres.
Su
imagen esta permanentemente en películas, series de televisión, y vídeos comerciales; una fama que le ha inyectado nueva energía al sector, que hoy goza
de gran popularidad. Nada mal para este edificio que en el corazón de muchos
sigue siendo el primer rascacielos.
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