viernes, 17 de agosto de 2012

Grandes obras que no fueron reconocidas en sus comienzos.


Hace unos días, ‘The New Yorker’ publicó un cuento de F. Scott Fitzgerald que había rechazado en 1936 por considerarlo demasiado fantasioso.

El cuento de F. Scott Fitzgerald, “Gracias por la luz”, fue rechazado en ‘The New Yorker’ porque a los editores les pareció demasiado fantasioso y muy diferente al tipo de cosas que el autor solía escribir. Como este caso se conocen muchos más, entre los que están:

EL TÚNEL DE ERNESTO SABATO.-

Cuando Sabato ofreció su libro en 1948, fue rechazado por todas las editoriales de Buenos Aires. Tuvo que resignarse a que lo publicaran en la revista Sur, que era dirigida por Victoria Ocampo. Pronto, El túnel llegó a las manos de Albert Camus, quien elogió su obra y movió influencias para que fuera publicada por Gallimard.

EL ALEPH DE JORGE LUIS BORGES.-

La carta de rechazo dirigida a Borges decía: “Lo siento mucho, pero es absolutamente imposible traducir este texto en algo que se venda. Está fuera de duda que es extraordinario, pero me parece que su excepcionalidad va en su contra. Lo rechazo con las apropiadas expresiones de asombro”.

LA HOJARASCA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ.-

García Márquez envió el manuscrito a la Editorial Losada de Buenos Aires, fue rechazado por el despistado Guillermo de Torre, el mismo que 25 años atrás había desechado los originales de Residencia en la tierra de Neruda. En una carta de respuesta al joven escritor de Aracataca, le aconsejaba que se dedicara a cualquier otro oficio diferente de la literatura.

LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE DE CAMILO JOSÉ CELA.-

Antes de llegar a la imprenta, fue rechazada por varias editoriales por lo tremendista de su argumento y el consiguiente miedo a la censura. "Le va a ser difícil publicar la novela, pero usted es joven y puede cambiar de oficio", le llegaron a decir.

LOLITA DE VLADIMIR NABOKOV.-

Muchos editores tuvieron miedo de publicar Lolita por ser demasiado obscena. Una de las cartas de rechazo decía: “Es nauseabunda, incluso para un progresista. Para el público será repugnante. No venderá y le hará un daño inmensurable a su reputación… Recomiendo que la entierre bajo una piedra durante mil años”.

THE BELL JAR DE SYLVIA PLATH.-

Al rechazar su libro le dijeron: “No se evidencia un talento lo suficientemente genuino para que nosotros lo tengamos en cuenta. Es una novela mal concebida y pobremente escrita, no le haríamos a nadie ningún bien si la publicáramos. A la heroína de la historia le falta profundidad, sensibilidad y autoconocimiento. El sentimiento general al terminar de leer es de vacío, incomodidad y banalidad”.

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO DE MARCEL PROUST.

André Gide, que trabajó de lector para Gallimard, devolvió En busca del tiempo perdido al editor con un comentario del que se arrepintió más tarde: “No puedo comprender que un señor pueda emplear treinta páginas para describir cómo da vueltas y más vueltas en su cama antes de encontrar el sueño”.

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