viernes, 19 de agosto de 2011

90. Redescubrimiento humano:

Algún día trás dominar los vientos, las olas, las mareas
 y la gravedad
 controlaremos mediante Dios
las energías del amor
 y luego por segunda vez en la historia mundial
 el hombre rehabra descubierto el fuego.

jueves, 18 de agosto de 2011

En mis manitos tengo el libro "El suplantador", que pena que seamos conocidos por historias como esta... Pero no se asusten en verdad hay más colombianos "buena gente".


'El suplantador', libro que narra la historia del timador colombiano más buscado. Andrés Pachón reconstruyó la historia del estafador Juan Carlos Guzmán.
Juan Carlos Guzmán Betancourt no es el clásico delincuente. Con una apariencia pulcra y estilizada, un completo manejo de los idiomas y una especial habilidad para imitar acentos, se ha convertido en un suplantador casi cinematográfico. Sin nunca llegar a utilizar la violencia para cometer sus crímenes, Guzmán Betancourt transitó por los más reconocidos aeropuertos del mundo, se codeó con altos ejecutivos y robó cerca de un millón y medio de dólares.
Juan Carlos Guzmán
El autor y su libro

Sin haber terminado la secundaria, Juan Carlos Guzmán huyó de su casa en Roldanillo (Valle), se montó en un avión de la ya desaparecida aerolínea colombiana ARCA y en 1993 llegó como polizón a Miami.

Con tan solo 16 años inició su carrera delictiva, en la que con rapidez demostró sus habilidades para el engaño. Durante más de una década fue perseguido insistentemente por detectives y agencias policiales como es el caso de la Interpol.

Algunos lo han comparado con Frank William Abagnale Jr, interpretado por Leonardo Di Caprio en la película ‘Atrápame si puedes’, no solo por sus artimañas sino por su amabilidad con sus víctimas. “Gracias a su extraordinaria capacidad para ‘salirse con la suya’ Juan Carlos hizo de la policía internacional un hazmerreir”.

La historia de Guzmán es contada por el periodista Andrés Pachón en el libro ‘El suplantador’ (Debate), que recoge las andanzas de este singular personaje.

En el texto se reseñan varias estafas con las que Pachón dibuja a este particular personaje de la delincuencia nacional. Entre ellas, Pachón habla de la ocasión en la que Guzmán se hizo pasar por un inglés en un hotel para cometer un robo. “Lo curioso es que físicamente no se parecía en nada a la persona que suplantó, pero con su astucia logró burlar al personal del hotel”, cuenta el autor.
Dice Pachón que lo primero que hizo el 'Suplantador' fue estudiar a la víctima. “Se dio cuenta de que el personaje estaba acompañado por sus dos hijas y la niñera de estas. Después, una vez ubicados en el hotel, esperó a que el inglés las dejara en el cuarto y llamó a la habitación desde un teléfono del hotel haciéndose pasar por un recepcionista. Le indicó a la niñera que su jefe la estaba esperando en el lobby y que por favor llevara a las dos niñas también. Una vez bajaron, él, pasándose por inglés, le comentó al personal del hotel que había perdido su llave, y sin preguntarle mucho al respecto le entregaron una nueva. Ya dentro de la habitación llamó de nuevo a la recepción y dijo que sus hijas habían estado jugando con la caja fuerte y en consecuencia esta se había bloqueado, por lo que el personal del hotel fue hasta la habitación y desbloqueó la caja. Con el acceso, Guzmán procedió a robar el contenido y se marchó”.
Hoy, ya treintañero y con una extradición a cuestas, permanece recluido en una prisión federal de Estados Unidos luego de que los fiscales pidieran una severa pena de diez años, pero un juez fue condescendiente con su caso y le dictó una breve sentencia que verá cumplida en los primeros meses de 2012. ¿La causa?  Un delito que cometió a finales de 2009 en la frontera con Canadá y que, paradójicamente, no tiene nada que ver con alguno de sus 
                                robos. Historia real de una vida de mentiras.




Leonardo nuovo, ma ora con la Gioconda - 자신의 모나리자로 다시지만 지금은 레오나르도


Tengo una buena historia para contar y conmemorar el día del zapatero “Lunes” de hace 100 años atrás, el 21 de agosto de 1911 en la ville de l'amour et le plus beau de tous,  París; el robo más famoso del mundo.
Muro donde estaba la pintura
La noche anterior, como todas las de esa época en la Ciudad Luz, había sido agitada, y de la calma que reinaba al comenzar la semana se aprovecharon Vincenzo y Michele Lancellotti y Vicenzo Peruggia. Los tres italianos habían pasado la noche en una bodega del Museo del Louvre, y tan pronto amaneció, vestidos con delantales blancos, ingresaron al salón Carré, sustrajeron La Mona Lisa y huyeron. Los tres conocían bien el terreno: un año antes habían instalado las cajas de vidrio que protegían las piezas más valiosas del museo. 
Devuelta al Museo Louvre
Su actual posición en el museo que la alberga desde 1789
Periódicos de la época
La dama más conocida del mundo
Reconstrucción del robo
El primero en notar que algo faltaba en el salón fue un pintor, Louis Beroud, que se dedicaba a retratar las escenas que se veían en los pasillos del museo, género apetecido entre los coleccionistas de la época. Al instalar su caballete el martes en la mañana, Beroud se percató de la ausencia del cuadro y le avisó al guardia de turno. 

El museo se tardó en dar la noticia, por lo que algunos creen que intentaron hacer pasar desapercibido el suceso. El caso es que el robo generó un gran revuelo en París. La Policía distribuyó seis mil fotografías de la obra y destinó sesenta detectives a la tarea de encontrarla. El hecho llegó a la primera página de los principales diarios del mundo y cuando se reabrió el museo, una semana después, miles -entre ellos Franz Kafka- acudieron a ver los cuatro clavos que sostenían La Gioconda.

La obra, entre tanto, había quedado en manos de Peruggia, un obrero, pintor y carpintero con pretensiones de ascenso social: era autodidacta y se presentaba a sí mismo como "artista". El ladrón ya registraba dos pasos por la cárcel: uno por un intento de robo a una prostituta y otro por portar una pistola en una riña callejera. Era también un obstinado nacionalista: creía que muchas de las piezas que se exhibían en el Louvre habían sido saqueadas por Napoleón, en su paso por Italia. Por lo pronto, escondió el lienzo en un baúl de doble fondo.

Los franceses en esa época temían que las piezas más valiosas que se conservaban en sus museos fueran a terminar tarde o temprano en colecciones privadas. A tal punto llegó la paranoia que uno de los primeros sospechosos fue el multimillonario coleccionista norteamericano J.P. Morgan. También hubo miradas que apuntaron al káiser Guillermo II, pues para entonces las tensiones entre Francia y Alemania iban en aumento. Ni Pablo Picasso ni el poeta Guillaume Apollinaire se salvaron de entrar a esta selecta lista de sospechosos. Al fin y al cabo, hacía poco le habían comprado a un amigo común unas estatuas que resultaron ser robadas del Louvre. Fueron detenidos para ser interrogados y luego salieron en libertad.

Los investigadores indagaron a todos aquellos que trabajaban o habían trabajado en el museo en años recientes. Y en esa lista estaba, por supuesto, Peruggia. El personaje supo mantener la calma ante las preguntas y no despertó la más mínima sospecha. Tenía, además, la suerte de su lado: la única huella que dejó en la escena del crimen era de su pulgar izquierdo, en tiempos en que las autoridades solo conservaban registros de la mano derecha.

Al tiempo que las autoridades daban tumbos, el robo se convertía en un tema popular: se imprimieron postales, se compusieron canciones de cabaré e incluso se rodó un cortometraje, todos en tono de burla. El museo, entre tanto, seguía recibiendo visitantes ansiosos de ver el espacio dejado por el cuadro. 

Dos años y cuatro meses después, Peruggia se fue con su valioso baúl a Florencia, donde contactó al comerciante de arte italiano Alfred Geri, con la intención de venderle el cuadro a la Galería Uffizi. Quedaron de verse en un cuarto de un hotel de esta ciudad, a donde se desplazó con la obra. Allí llegó Geri con el director de la Galería, Giovanni Poggi, quienes, pese a que sabían que se trataba La Gioconda, simularon tener dudas sobre la autenticidad de la pintura. Con este argumento le pidieron que les permitiera llevarla donde un perito, y así la pusieron en manos de la Policía, que no tardó en arrestar a Peruggia. 

Italia se negó a extraditarlo, y tras el juicio, fue condenado apenas a siete meses y nueve días de prisión. En la cárcel, recibía numerosas cartas, cigarrillos y regalos de sus compatriotas convencidos de su versión de que actuó movido por el fin patriótico de regresar La Mona Lisa a su tierra natal. Desconocía, o no le importaba, que cuando Da Vinci terminó la obra ya vivía en París. 

Sobre los móviles del robo no hay total claridad. Era frecuente en esa época -como hoy- que las obras de arte robadas fueran moneda de cambio en el mercado negro de armas y drogas. Por los contactos con los que contaba Peruggia en el bajo mundo, muchos creen que su destino era este, pero no esperaba que su robo tuviera tanta repercusión. Por eso la habría conservado por más de dos años, sin los cuidados que demanda un lienzo de tanta antigüedad. 

Veinte años después, en 1931, apareció una nueva hipótesis. Ese año, el periodista estadounidense Karl Decker publicó una entrevista que le hizo en 1914 a un argentino, Eduardo de Valfierno, de quien se dice era un redomado timador. Según Decker, solo estaba autorizado a publicar el material tras la muerte del personaje. En ella, Valfierno habló de un plan para robar la obra, encargarle a un falsificador seis reproducciones y venderlas todas como si fueran la original. En caso de que apareciera y volviera a su lugar, se les diría a los compradores que la del museo era una copia que puso el museo para evitar el escándalo. 

De esta entrevista surgió la novela Valfierno, de Martín Caparrós, y también la leyenda según la cual el lienzo que hoy se exhibe es una copia. No obstante, el craquelado de la pintura que se puede apreciar de cerca, prácticamente imposible de copiar, deja sin piso esta versión acogida por los aficionados a las teorías conspirativas.
Pero lo que más llama la atención de esta historia es que, no obstante la conmoción que produjo el hurto, La Mona Lisa estaba lejos de ser en ese entonces el ícono que es hoy. Apenas desde 1860 los críticos la calificaron como una obra maestra del Renacimiento, mientras que para comienzos del siglo XX solo los expertos reconocían su valor. De hecho, otras dos piezas del Louvre, la Venus de Milo y la Victoria de Samotracia, merecían más espacio en las guías para viajeros. Hoy hay consenso acerca de que el escándalo de su robo tuvo mucho que ver con la fama actual de la obra de Da Vinci. La misma que es visitada por al menos seis millones de personas cada año, a muchas de las cuales les interesa, más que apreciarla, poder contar que la vieron.

jueves, 11 de agosto de 2011

89. Renovar¿??????

Si quiero que cambie mi mundo, 
tengo que cambiar yo...
Si queremos que cambie nuestro mundo 
tenemos que cambiar!!!!


내가 세상을 바꾸고 싶다면
난 내을 변경해야 ...
우리가 세계를 변경하는 경우
우리가 변경해야합니다!




sábado, 6 de agosto de 2011

El Rómulo Gallegos de este año es para:

El escritor argentino Ricardo Piglia recibió en Caracas el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos en su XVII edición, en un acto en el que destacó la importancia de que Latinoamérica reconozca a su cultura.
"Es muy importante que la cultura latinoamericana tenga modos de reconocer el trabajo y la persistencia de nuestra cultura", dijo Piglia al comienzo de su discurso tras recibir de manos del ministro de Cultura venezolano, Pedro Calzadilla, el diploma y medalla que le acreditan como ganador.
El autor de la novela negra "Blanco nocturno", premiada con esta edición del galardón, destacó "la tradición, la continuidad y el prestigio" del Rómulo Gallegos.
"Recibir un premio es siempre una situación ambivalente, uno se siente reconocido en su trabajo y al mismo tiempo inmediatamente piensa: no lo merezco, había otros escritores que podían haberlo ganado", dijo.
No obstante, destacó que los escritores trabajan "siempre en la soledad y la incertidumbre y los reconocimientos de los lectores y los reconocimientos públicos son siempre modos de poder continuar en el trabajo".
"Me siento muy honrado y emocionado, agradezco especialmente a los colegas del jurado, conozco algunas de las novelas que son finalistas y puedo asegurar que son obras extraordinarias", agregó.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, felicitó al autor con un mensaje en la red social Twitter en el que señaló: "¡Qué bello ese evento Argentino-Venezolano! Felicitaciones, compatriota Ricardo Piglia por ese merecido premio, el Rómulo Gallegos ¡Gracias!".
Piglia sucede como ganador del premio al colombiano William Ospina, reconocido por su novela "El país de la canela", en 2009.
Señalado como uno de los certámenes literarios más importantes en la región, el Rómulo Gallegos se entrega cada dos años y entre los ganadores se encuentran varios premios Nobel como Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, que se alzaron con el galardón en su primera y segunda edición respectivamente.

miércoles, 3 de agosto de 2011

A los diez años de edad, Aharon Appelfeld huyó de un campo de concentración y sobrevivió tres años solo en los bosques ucranianos. Hoy, a sus 79 años, es uno de los escritores fundamentales de Israel


Para llegar a la casa de Aharon Appelfeld se sube una colina no muy alta hasta Mevasseret Zion, un barrio ubicado diez kilómetros al este de Jerusalén que durante años ha sido la entrada a la ciudad y que, como todo allí, está revestido de historia. Hay una calle sin salida que remata con tres o cuatro casas similares entre sí: piedra caliza, rejas verdes y un jardín. La puerta de una de ellas se abre apenas lo suficiente para que Appelfeld se asome. Lleva una chaqueta de marinero con botones dorados y tirantes. Su cabeza es perfectamente redonda y sus labios delgados parecen sonreír siempre. Ese aspecto venerable recuerda al de un niño. De hecho, su cara resulta muy parecida a una foto tomada en 1937, cuando tenía cinco años, en la que aparece con camisa a rayas y pantalones cortos mientras sostiene el lazo de un caballito de madera. Entonces, nada había pasado. Pronto llegaría el caos: el gueto, la muerte de los padres, la huida por los bosques ucranianos, la guerra y la partida hacia Israel. El niño de la foto no lo sabía.
 Adentro, sobre una mesa, hay tres vasos y una jarra con agua.Al fondo, repisas llenas de libros en distintos idiomas y ediciones de sus más de treinta obras, entre novela, ensayo y teatro, escritas en hebreo y traducidas a casi igual número de lenguas. Los ojos de Appelfeld son de un increíble azul. No hay una sola entrevista que no mencione su color y profundidad. En la sala está Judith, su esposa argentina, quien se ha encargado de la revisión de algunas traducciones al español. Allí también estuvo en 1988, Philip Roth, cuyo nombre suena cada octubre para el Nobel de Literatura, en una entrevista que hizo a Appelfeld para el New York Times. Para esa fecha, la amistad entre los dos escritores sumaba cuatro años. Hoy lleva veintisiete.
 La entrevista de Roth, producto de largas conversaciones en cafés, calles y restaurantes de Jerusalén, se puede leer en Operación Shylock, su novela publicada en 1993, en la que Appelfeld es uno de los personajes. Una historia que se nutre de la figura literaria del doble, cuyo protagonista es un escritor llamado Philip Roth que viaja a Israel —por esos días pendiente del juicio a un antiguo colaborador de los nazis— a investigar quién es el hombre que se está haciendo pasar por él. Las contradicciones existenciales del protagonista se reflejan en la brumosa línea entre realidad y ficción del relato y, a la vez, la novela reflexiona sobre el ser judío. En medio de todo eso está Appelfeld como una especie de confesor.
 Roth escribió: “Lo que Aharon representaba para mí era la capacidad de maduración de alguien que se ha visto convulsionado por los más indecibles sufrimientos y que ha logrado conservar no ya lo normal, sino todo lo extraordinario que en él había, alguien cuya superación de la futilidad y el caos y cuyo renacimiento como ser humano armónico y escritor de primera categoría constituye un logro rayano en lo milagroso, tanto más cuanto que proviene de una fuerza interior que sin duda posee, pero que el ojo no alcanza a percibir”.
 Hay experiencias tan sobrecogedoras que se reducen al silencio. “Nuestra memoria es escurridiza y selectiva, conserva lo que tiene a bien conservar”, dice Appelfeld en la introducción a Historia de una vida —ganadora en el 2004 del Premio Médicis— que confirma la sentencia de Hannah Arendt: la biografía es una manera de encadenar puntos luminosos.
 Aharon Appelfeld nació el 16 de febrero de 1932 en la ciudad rumana de Czernowitz (hoy Ucrania), la misma donde doce años atrás había nacido el poeta Paul Celan y en la que poco antes de la Segunda Guerra Mundial la mitad de la población era judía.
 Los Appelfeld eran judíos de clase alta que hablaban alemán: “Nuestra casa es amplia y está llena de habitaciones —se lee en Historia de una vida—. Un balcón da a la calle, y el otro, al jardín público. Las cortinas son largas, tocan el parqué, y cuando la sirvienta las cambia, un aroma a almidón se esparce por toda la casa”.
 El niño Aharon tenía siete años cuando las cosas empezaron a cambiar. Sabía contar hasta cuarenta, pintaba flores y pronto aprendería a escribir su nombre. Ya entonces su ser judío se revelaba como un misterio. Mientras en la escuela los niños lo acusaban de ser el asesino de Jesús, él acompañaba a su abuelo, un hombre silencioso y cumplidor de los preceptos, a orar en la sinagoga. “Me considero una persona religiosa, pero no en el sentido institucional, no rezo regularmente. El sentido religioso nos indica que la vida tiene una meta. Llegamos al mundo para ser algo”. En 1938 su abuelo murió y, en la casa, los rumores sobre la llegada de los nazis dieron paso a la desesperación. “A veces tengo la sensación de que mi padre está excavando un túnel a través del cual quiere salvarnos. Sin embargo, la excavación es tan lenta que difícilmente está en su mano terminarlo a tiempo”, escribió en Historia de una vida.
 Es justo ese momento, previo a la catástrofe, el que Appelfeld recrea en gran parte de su obra. Pero esto no quiere decir, como comenta Roth, que sea un escritor del Holocausto. “Appelfeld es un escritor desplazado que escribe una narrativa desplazada, que ha hecho del desplazamiento y la desorientación su tema más exclusivamente propio”.
 Su novela más conocida, Badenheim 1939, se sitúa en una ciudad austriaca de descanso para judíos adinerados. La primavera ha comenzado y el señor Pappenheim prepara un festival. Hay otros personajes: el farmaceuta Martin y su esposa Trude, los músicos polacos, el profesor Fussholdt, las prostitutas Sally y Gertie, el januka, un prodigio del canto, y los gemelos que recitan a Rilke. Todos están tan ocupados con sus asuntos que no se dan cuenta de que el Departamento de Sanidad ha llegado para registrar a los judíos y declarar la cuarentena. Es una narración fragmentada, desprovista de causalidad y de contexto, en donde la falta de descripciones es compensada con un sinfín de voces y de juegos con el tiempo y el espacio y en la que los tempe-?ramentos de los protagonistas cambian de manera intempestiva. La escritura de Badenheim 1939 recuerda a Kafka y a Beckett.
 Appelfeld ha mencionado a Kafka como una influencia por la lengua del absurdo. Llama la atención que esa sea la palabra que describa a la guerra. Por eso le pregunto: ¿Cuando la realidad supera todo lo imaginable, lo que queda no es el horror sino el absurdo? “Lo mejor es no hablar —responde—. Toda conversación restringe. Yo estuve en lugares horribles donde asesinaron a personas por el único motivo de que fluía sangre judía en sus venas. Cuando lo vi tenía ocho años y medio. Después de la guerra me pregunté ¿qué ha pasado? ¿Cómo un pueblo culto, como el alemán, asesinó a niños, mujeres, hombres y ancianos solo porque eran judíos? Quise comprender ese absurdo. El horror es imposible de asimilar. Lo único que uno puede hacer es rechazarlo”.
 “No hablaré del campo de concentración, sino de mi huida, que emprendí en el otoño de 1942, cuando tenía diez años”. Para entonces, su madre había sido asesinada por los nazis y su padre había muerto.
 Appelfeld huyó y dejó de ser él mismo. Tenía que esconderse, no solo de los alemanes, sino de cualquiera que lo denunciara por ser judío. Y el instinto apareció para salvarlo. Encontró fresas silvestres, manzanos y perales, supo aprovechar las zanjas para dormir, aprendió a mentir, se hizo amigo de los animales y descifró las señales de la naturaleza. Los pájaros, por ejemplo, son excelentes detectores de personas. “En tiempos de guerra uno pasa por una transformación y yo pasé a ser un pequeño animal porque el instinto animal es mucho más efectivo que el pensamiento”.
 Durante tres años Aharon Appelfeld dejó de hablar. Y, al tiempo que su pasado se hacía borroso, el reencuentro con sus padres se convertía en una ilusión. En un invierno, cuando el frío era insostenible para vivir en el bosque, trabajó en la casa de María, una prostituta rutena, alcohólica y esquizofrénica, cuya descripción concuerda con la de algunos personajes de Katerina, su novela publicada en 1989.
 Así como durante la guerra el instinto superó al lenguaje, al finalizar, la memoria corporal se alzó sobre otra clase de recuerdos. “Generalmente decimos que la memoria está en nuestra conciencia, pero en realidad está en nuestro cuerpo. Cuando tocamos algo familiar como una mesa o un libro, el recuerdo resurge de inmediato”. Algo similar ocurrió con la escritura.
 Appelfeld define la literatura como lo que tendría que suceder. La historia, en cambio, se ocupa de los acontecimientos. “El arte no es sociología, ni psicología, ni historia, ni política. Es el mundo interior del artista. Y cuando hablamos del mundo interior, nos referimos al mundo primordial, el mundo de la infancia, que está desprovisto de ironía y cinismo”.
 No fue fácil. Al terminar la guerra se creía que la literatura tenía que ser testimonial. ¿Dónde están los héroes en sus novelas, le preguntaban los críticos.
 Appelfeld empezó a escribir en Israel. A su llegada, en 1946, no podía hablar. El alemán era la lengua de los asesinos de su madre, y de los otros idiomas que había aprendido en su infancia (ruteno, rumano y ruso) apenas si recordaba unas cuantas palabras. Intentaba reprimir sus experiencias, así como la mayoría de la gente que se había embarcado desde Europa hacia las costas de Jaifa, en un país caluroso y desértico que prometía una resurrección para el pueblo judío, pero también se obligaba a olvidar el pasado europeo. Trabajó en los kibbutzim, se alistó en el ejército israelí y tomó clases de hebreo, un idioma que entonces le parecía seco pero que se convirtió en su instrumento artístico. “El hebreo es una lengua muy concisa, que ahorra mucho y que se refiere a los hechos concretos. La formación del hebreo está en la Biblia. En su prosa no hay ninguna descripción de más. Lo que determina la prosa de la Biblia son los hechos. No hay explicaciones. No hay moralización. 
Es el lector quien analiza y juzga”. Justamente así concibe Appelfeld la escritura.En 1962 publicó Humo, su primer libro. Poco a poco fue descubriendo el secreto de su propia vida y, como señaló el filósofo francés Alain Finkielkraut, vio cumplirse lo humano en el don sin palabras y logró hacer una obra a la altura de ese silencio.
  




Las mellizas de Leonardo:

Nuevas noticias me trae mi amiga Ana Lucía con respecto de Leonardo, me encanta este personaje, es un viejito querido, muy llamativo y sexy, jajaja…
 En verdad es un gran seductor, a pesar del tiempo sigue y seguirá en vigencia con sus chispas de ingenio plasmadas en mus magnificas creaciones.
No nos cansaremos de hablar de él.  
La obra más importante del periodo milanés son las dos versiones de la Virgen de las rocas (1483-1485, Louvre, París, década de 1490-1506-1508, National Gallery, Londres), donde aplica el esquema compositivo triangular que encierra a la Virgen, el Niño, san Juan y el ángel, y por otro lado, utiliza por primera vez la técnica del sfumato. 
La Galería Nacional de Londres (National Gallery) y el Museo del Louvre de París anunciaron que reunirán las dos versiones de “La Virgen de las Rocas” de Leonardo da Vinci. 

El Louvre le prestará su versión a la galería de Londres, donde se mostrará como parte de una nueva exposición. 
 
Se ha señalado que las dos galerías están supremamente contentas por esta reunión de obras, la que pertenece al museo francés fue realizada 25 años antes que la versión que está en Londres. 

El cuadro del Louvre data de la década de 1480 y el de Londres se considera una obra más avanzada, e incluso se cree que el maestro toscano pudo haberla realizado con ayuda de otros artistas. 

Ambas galerías exhibirán obras que marcan la trayectoria del artista florentino y ofrecerán una "oportunidad única" para los visitantes para ver los cuadros mellizos. 

A cambio, la institución londinense le prestará a la parisina otro cuadro de Da Vinci llamado "La Virgen y el niño con Santa Ana y San Juan Bautista". 

El director del Louvre, Henri Loyrette, dijo que la "colaboración excepcional" entre las dos galerías ofrecerá la "yuxtaposición histórica deseado durante mucho tiempo por los historiadores del arte". 

La exhibición de Londres, titulada "El pintor nacional de la Corte de Milán", comenzará en noviembre y se extenderán hasta febrero del próximo año.
La muestra del Louvre, en tanto, se iniciará en marzo y continuará hasta junio.

lunes, 1 de agosto de 2011

88.- Extrañisimo suceso



Que cosaaa ¡!!!!!
Que cosa tan extraña somos los seres humanos
Nacemos sin pedirlo,
Vivir...es un gran trabajo saber hacerlo y
morir...nos es dificil aceptarlo.

저거 ¡!!!!!

이상한 것은 우리가 인간

우리는, 묻지도 않고 태어나는

인생은 ...하고 알고 일이

죽어 ... 그것은 받아들이기 어렵습니다.

87. Estas celebrando un añito más de vida

Rico comenzar el mes de agosto FELICITANDO a tan especial personita, quiero que sepas
que cada año que pasa más me seduces,
 cada año que cumples más me atraes.
 Eres tan especial  como tu sonrisa y tus ganas de vivir.
 ¡Feliz Cumpleaños, Cosita te AMO!



 월은 그렇게 창조한 사람을  리코 시작, 당신이 알고 싶은

지나가는 , 나를 유혹

  나를 풀어주고 받고 매년.

  당신은 생활 당신의 미소, 당신의 열정 만큼은 특별하고 있습니다.

  생일 축하해,  난 널 사랑해!