martes, 4 de junio de 2013

Doy la bienvenida a visitantes de la gran manzana, y que mejor que irnos a recorrer un lugarcito que tiene cien añitos solamente…

En el 175 de la Quinta avenida se encuentra un edificio que alguna vez fue vedette de la arquitectura en Manhattan. A pesar de tener apenas 21 pisos y más de 100 años, hoy su belleza sigue cautivando a propios y extraños.

EL FLATIRON, pequeño gigante en New York

La mayoría asocia  Nueva York con los rascacielos. Turista que se respete hace cola en el Empire State, cuyos 102 pisos lo convierten en el más alto de todo Manhattan. Le siguen el Chrysler con 71 pisos  y el Rockefeller Center con 70, y una terraza que es punto obligado para todo aquel que quiera ver la ciudad desde las alturas.

En medio de estas espigas torres está un edificio de 20 pisos  que algún día fue llamado rascacielos, pero que hoy se esconde entre la inmensa jungla de concreto de la isla. Se trata del Flatiron, ubicado en la intersección de Broadway con la Quinta avenida, entre las calles 22 y 23. A pesar de que otros más altos lo han eclipsado, sigue siendo un sitio recomendado en las guías turísticas por su belleza y su importante legado arquitectónico.
Su estrellato comenzó incluso antes de ser inaugurado. Los diarios divulgaron el proyecto no solo porque iba a ser una de las más altas estructuras de la ciudad sino porque rompería con el molde utilizado para las construcciones de la época. El Flatiron se levantaría desde la calle como un triangulo isósceles de 94 metros de altura.

Algunos pensaron que por esas características de forma y talla, la estructura no resistiría el embate de los fuertes vientos. Nada de eso ocurrió y en 1903 el edificio abrió sus puertas. Se le bautizó Fuller Building en honor a George A. Fuller, dueño de la empresa que lo mandó construir. Pero ese nombre nunca pegó, pues la gente lo siguió llamando Flatiron. Así se le conocía desde hacía muchos años al lote en el que se construyó, ya que su forma triangular semejaba una plancha de hierro – flatiron en inglés- de la época. Actualmente, esa palabra le da el nombre a toda la zona que incluye, tiendas, oficinas, cafés y restaurantes.

 
Aunque en su época el edificio tuvo sus críticos, hoy nadie duda de que el Flatiron marcó un hito arquitectónico. Este diseño busco reproducir los palacios renacentistas que se caracterizaron por un zócalo o basamento en los primeros niveles, un cuerpo de pisos y un remate a modo de gran corniza.


Este tipo de palacios renacentistas verticales,  en general los rascacielos posteriores, fueron posibles gracias a la convergencia de varios factores: el desarrollo de la estructura en acero, la electricidad y la invención del ascensor. Otro elemento su el alto costo del suelo en las ciudades.

El gran atractivo del edificio fue y sigue siendo su forma. Es como si tuviera tres caras diferentes pues, si se mira desde el costado sur, parece un edificio cuadrado, si los vemos de los costado este y oeste, es rectangular, en cambio si se aprecia el vórtice norte de solo dos metros y un ángulo de 25 grados- desde la plaza del General Worth, entre la Quinta y Broadway- se obtiene una vista majestuosa. “Le da al edificio la imagen de una proa de barco navegando en la ciudad”.

Una anécdota de sus comienzos cuenta que los hombres iban a su fachada a ver unos buenos pares de piernas. Como la altura del edificio desviaba las corrientes de aire por sus costados, se volvió una costumbre masculina ir al frente del edificio a esperar a que el ventarrón levantara las faldas de las mujeres.

Su imagen esta permanentemente en películas, series de televisión, y vídeos comerciales; una fama que le ha inyectado nueva energía al sector, que hoy goza de gran popularidad. Nada mal para este edificio que en el corazón de muchos sigue siendo el primer rascacielos.






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