martes, 22 de mayo de 2012

Unos hermosos círculos muy ecológicos que son PURO ARTE


Un nuevo libro sobre los dibujos en los cultivos de trigo da una mirada diferente al fenómeno al enfocarse no en el quién ni en el cómo, sino en el porqué de sus apariciones.

Los crop circles, esos diseños que aparecen en los cultivos de diferentes cereales, han inquietado por décadas. Pero en una historia publicada en el tabloide Today en 1991, Doug Bower y Dave Chorley, dos granjeros sexagenarios ingleses, reclamaron que ellos se habían inventado la idea y que los hacían en secreto desde hacía años. Muchos descansaron al saber que eran obra de humanos comunes y corrientes y no de fuerzas sobrenaturales o seres de otros planetas. El mundo se olvidó del tema.




A pesar de lo anterior, los círculos de cosecha han seguido apareciendo año tras año con diseños cada vez más complejos. De hecho, la temporada 2012 ya comenzó con uno nuevo, esta vez una flor doble de 12 pétalos aparecida en un cultivo de canola de Lurkeley Hill, Wiltshire, en Inglaterra. 

Este es el más reciente. Pero el más famoso sigue siendo el de Alton Barnes, de 1990, que representó un punto de quiebre por ser el de mayor tamaño hasta ese momento (184 metros de largo) y porque por primera vez la figura no era un círculo sino un pictograma. Desde entonces, expertos en física, geometría y psicología han estudiado dichos círculos con seriedad y en profundidad. 

A todas estas investigaciones se le suma el libro Círculos de Misterio, escrito por Rodrigo Restrepo Ángel, periodista bogotano, músico y politólogo, que desde hace cuatro años investiga el tema. Él ofrece una nueva mirada al fenómeno. Según Restrepo, estos círculos no son fabricados por el hombre ni tampoco por extraterrestres. De hecho, "no es relevante saber quién los hace ni cómo los hace, sino intentar entender el porqué", dice el autor. 

Es difícil no detenerse en la cuestión de quién los hace. La mente humana siempre quiere explicaciones lógicas sobre fenómenos tan inquietantes como este. Según Restrepo, aparecen en cuestión de 45 minutos en dichos campos y duran un par de semanas antes de disolverse. Se forman entre abril y agosto cada año, especialmente en Inglaterra, cerca de lugares sagrados antiguos como Stonehenge, aunque también hay reportes de ellos en otros 50 países. 

A partir de los años noventa su complejidad ha aumentado. En 1996, por ejemplo, apareció uno en forma de conjunto de Julia, una espiral algorítmica presente en muchos fenómenos naturales. Más intrigante aún fue el de Burbury Castle, en 2008. Se trató de una serpiente escalonada que resultó ser, según Michael Glickman, una autoridad en el tema, un código para el número pi. Uno de los más hermosos apareció el 13 de agosto de 2000, pues representa con gran exactitud la distribución de las semillas de un girasol.

Ante estas maravillas elaboradas con precisión matemática, es obvio que muchos quieran resolver el interrogante. Algunos aducen la teoría de los extraterrestres, mientras otros señalan que son hechos en computadores por diseñadores gráficos que manipulan las fotos con programas sofisticados. Incluso se ha dicho que son la obra de un ejército de artistas. Pero, como dice Restrepo en el texto, citando a Glickman, "si esto fuera cierto, ¿por qué son ignorados de modo exhaustivo y consistente los impresionantes logros de sus autores?". 

Restrepo explica que todas estas interpretaciones racionales se entienden por la disonancia cognitiva que consiste en "buscar una explicación que concuerde con la forma aceptada de entender el mundo para calmar la angustia que nos genera un asunto inexplicable", dice. 

En su libro, además, hay evidencia de que todas las investigaciones serias al respecto parecen señalar que no son obra de humanos. Un grupo de científicos de MIT elaboró en 2002 herramientas sofisticadas para hacer un círculo y demostrar que las personas pueden hacerlo. Y, aunque lo lograron, no pudieron reproducir ciertas características o marcas de fábrica, como las llama Restrepo, que los expertos han encontrado en el laboratorio. 

El biofísico William Levengood logró documentar durante 12 años anormalidades microscópicas de las plantas de los crop circles que no podrían producir las manos de un hombre: el nudo de los tallos se alarga y las semillas son más pequeñas y pierden peso. Según Levengood, las anormalidades sugieren la exposición a radiación de iones, de microondas y a fuertes campos magnéticos. Todo esto sucede sin que la cosecha del cereal en cuestión se pierda, debido a que los círculos se forman suavemente: los tallos no se quiebran y la planta sigue su ciclo de crecimiento normal. En las falsificaciones, por el contrario, las plantas están rotas porque fueron aplastadas contra el suelo.

Su teoría fue corroborada por Eltjo Haseloff, físico holandés que en 2001, y luego de dos décadas de investigación, lanzó la hipótesis de que los efectos de las plantas son causados por una fuente electromagnética. Los datos obtenidos de una formación simple hecha a mano no revelan las mismas características.

Todo lo anterior, según Restrepo, demuestra la imposibilidad de que manos humanas repliquen los efectos biofísicos observados en los crop circles. Y añade que así como algunos pequeños organismos no pueden entender la dimensión humana, la mente del hombre no comprende la causa física de estas apariciones. "Si colocáramos una flor en medio de una hilera de hormigas, ellas no sabrían cómo llegó allí", dice Francine Blake, otra experta citada por el autor. 

Ante esta limitación, otros se han dedicado a entender el significado de estos dibujos. Gerald Hawkins, matemático y exdirector del Departamento de Astronomía de la Universidad de Boston, ha hecho cálculos de los números detrás de estos círculos y sus trabajos revelan que muchos de ellos se basan en la misma relación matemática de la escala musical. 

El tema de los dibujos, su precisión, la delicadeza con que se doblan sus tallos y cómo se acoplan al terreno para dar visos de color hace pensar que no se trata de un producto del azar, sino que son una creación organizada, resultado, según Restrepo, de una inteligencia superior o de un nivel más profundo de la mente. 

Sus diseños, por otra parte, llevan a pensar que el mensaje es la transformación. "La mariposa y la serpiente, temas recurrentes, son símbolos de cambio entre los indígenas", señala Restrepo. También son frecuentes los círculos y los cuadrados que evocan un eterno dilema: la cuadratura del círculo. En religiones ancestrales representa la unión de la vida espiritual (el círculo) y la vida material (el cuadrado). Otro tema común en estos diseños es el sistema solar en el que no aparece la Tierra, lo que se interpreta como una incógnita sobre el futuro del planeta. 

Restrepo señala que la complejidad cada vez mayor de los círculos se debe a que los síntomas de los problemas terrenales también se han recrudecido en todos los aspectos. El hombre moderno se ha olvidado de su dimensión espiritual para concentrarse en lo material. Esto lo lleva a ver el planeta como un lugar de dónde extraer recursos sin ninguna consideración. Pero explica que si este mundo es una entidad viva, para algunos tiene sentido que tome medidas para defenderse ante el peligro, tal y como lo hace el sistema inmune de otros organismos. "Los crop circles son una invitación a cambiar el paradigma en que vivimos", señala Restrepo. Y aunque es consciente de que esta teoría es tan inexplicable como los ovnis y otros misterios, en este caso considera que los crop circles son tangibles y traen mensajes claros sobre la Tierra. Lo único que hay que hacer es despojarse de la visión materialista de la vida "para ver que el universo es una conciencia capaz de proyectar estas imágenes en el noble lienzo de los campos de trigo". 





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