miércoles, 21 de agosto de 2013

El valor histórico-cultural de La serranía de Chiribiquete

La serranía de Chiribiquete, convertida en Parque Nacional Natural en 1989, consta de frondosos bosques y está cercado por varios ríos: el Apáporis y el Macayá, el Ajajú y el Yarí, en el corazón de la selva amazónica.

Las plantas y el agua rodean el mayor atractivo del parque: los tepuyes o altas montañas con paredes verticales, seis de las cuales superan los 1.000 metros, en cuyas formaciones rocosas se encuentran un millar de muestras pictográficas de arte rupestre que han perdurado con el paso de los siglos. 


El valor histórico-cultural de las muestras pictográficas encontradas en cuanto estas dan luces sobre la tradición cultural de los habitantes de la Selva Húmeda Tropical, enclaves semisecos de las Guyanas y la Amazonía, que podrían remontarse al paleoindio, periodo que comprende entre 18.000-8.000 A.C. 


De igual forma, una investigación de 1992 en este territorio en la que participaron la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Nacional de Colombia, el Real Jardín Botánico y el Inderena, hoy Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, referencia a Chiribiquete como “una de las zonas arqueológicas con mayor importancia de Sudamérica inscrita dentro del impresionante contexto ambiental de la selva Amazónica septentrional”.
 

La mayoría de hallazgos pictóricos se encuentran en 36 abrigos del parque de los cuales fotografiaron el Abrigo de los Falos, el Abrigo del Puerco Espín, el Abrigo del Pajuil, el Abrigo de la Selva y el Abrigo del Arco, y donde pudieron determinar que las pinturas se realizaron con colorante de óxido de hierro. 

Los pictogramas, tienen una posible relación con la etnia Karijona, una de las más importantes familias precolombinas que dominaba un masivo territorio que actualmente corresponde a Venezuela y las Antillas. Actualmente, se estima que la población de la etnia es de 425 personas.


Los temas de las pinturas giran en torno a escenas de caza, recolección de alimentos y figuras de animales como el jaguar y el ciervo. A su vez, se destacan “la idea del hombre jaguar, el chaman- jaguar y el dios sol-jaguar, como un elemento propio de un patrón de conducta, de pensamiento y de identidad muy particular a lo largo del territorio", simbolismos de las relaciones de poder y los rituales de nuestras culturas ancestrales. 


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