jueves, 18 de julio de 2013

De tiempos remotos, desde antes de que mis abuelos miraran a mis abuelas, jajaja, La gastronomía ha estado en el arte... Uuuuhhhhh desde muchísimo antes

Gran parte de lo que somos proviene de los alimentos 
 y de la forma como los consumamos pero cuando entra el arte a imaginar y crear, el hombre siempre tendrá su mirada creativa puesta sobre lo que degustamos en la mesa, en la buena mesa.

Desde la antigüedad, la humanidad ha plasmado sus gustos y tradiciones culinarias en grabados o pinturas. En los registros encontrados en la cuevas de Altamira se ven hombres cazando animales para su consumo. Egipcios, griegos y romanos dejaron claro sus delirios culinarios. A Baco dios de la vid y de los placeres de la embriaguez, lo representaron en medio de sus bacanales. En la Europa medieval se pintaban elegantes banquetes y durante el renacimiento, la gastronomía era considerada tan importantes que escultores, pintores y músicos organizaban las grandes comilonas de sus mecenas. 
Cuevas de Altamira

Artistas como Giuseppe Arcimboldo-con sus cuadros Primavera,Verano,Otoño e Inverno-Cezanne, Matisse y Van Gogh plasmaron los alimentos de su época en bodegones y oras obras. 
Naturaleza muerta, Paul Cezanne
Bodegón de Henri Matisse
Bodegón con un plato de cebollas, Vincent Van Gogh

Un buen ejemplo son Los comedores de patatas, del pintor holandés. En tiempos modernos están las famosas latas de sopa Campbell, del controversial artista norteamericano Andy Warhol, y la imponente obra de Vik Muniz, quien utiliza ingredientes en sus obras, como ocurre con su Che Guevara hecho con frijoles negros. 

En las grandes obras literarias encontramos suculentas descripciones de preparativos, recetas y antojos culinarios. 

En la Iliada leemos: "mezcla vino del más añejo. Una copa por las manos de cada invitado, pues bajo mi techo se hallan los hombres que son más caros". Dándole una mirada a El Quijote de la Macha, vemos fragmentos en los que el fiel escudero y glotón empedernido Sancho Panza, padece de terribles hambrunas. También hay famosas narraciones culinarias como en el capítulo XX, en Las Bodas de Camacho: "Así había rimeros de pan blanquísimo, como los suele haber de montones de trigo en las eras, los quesos puestos como ladrillos enrejados formaban una muralla y dos calderas de aceite servían de freír cosas de masas....En el dilatado vientre del novillo estaban doce tiernos y pequeños lechones que, cosidos por encima, servían para darle sabor y enternecerle".

Por otro lado Hemingway, reconocido por ser amante de la buena mesa, esgrime líneas dedicadas a describir platillos. En el caso de los asesinos, un relato en cuyo dialogo se discute el menú de un restaurante y queda clara la cultura alimentaria del lugar: costillitas de cerdo con salsa de manzanas y puré de papas, sándwiches, tocineta con huevos, suprema de pollo con arvejas y salsa blanca. 

Bien lo dijo Alejandro Dumas, quien fue gran cocinero y gourmet: "no hay nadie como los hombres de letras, habituados a todas las exquisiteces, saben apreciar mejor que nadie la mesa". En 1858, Dumas escribió un diccionario gastronómico.  

El chileno Pablo Neruda escribió la Oda a la cebolla y la Oda al caldillo de congrio, plato típico de su país. Algunos textos de Julio Verne abren el apetito, Jorge Amado en su Gabriela Clavo y Canela nos antoja, Isabel Allende con Afrodita nos seduce y otros de la talla de Jorge Luis Borges, Mario Vargas llosa, Rómulo Gallegos y Gabriel García Márquez con las berenjenas de Fermina Daza, incluyen la gastronomía dentro de sus memorables narraciones.

El arte ha hecho
 de la buena mesa una musa provechosa

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