martes, 27 de septiembre de 2011

94. Que profunda emoción. 그 깊은 감정


En una charla con mis dos hijos y mi esposo, sacamos a relucir las ilusiones que ellos como adolescentes nuevos tienen: conocer amigos, salir a jugar a la calle, conocer la niña que le gusta o el niño que le gusta a ella, en fin luego de escucharlos hice un retroceso en el cuarto ya a solas con Jhon Jhon y nos pusimos a ver nuestra adolescencia, si teníamos cosas en común entre nosotros y ellos, y en definitiva son las mismas cosas, son las mismas incertidumbres, las mismas ilusiones y sueños pero ahora, en este momentos son ellos dos los protagonistas y me emociona muchisisisismooooo.

 두 아이 남편과 이야기에서, 우리는 새로운 십대 환상을 조명에 도착, 당신이 좋아하는 여자 또는 소년 위해서는, 그것을 좋아하는 알고, 친구를 만나서 나가서 거리에서 재생 전 존 과 함께 방을혼자 실패 이후 듣고 우리는 우리와 그들 사이에 공통점 것들이있다면 우리는 청소년을 참조하기 시작하고, 궁극적으로 같은 일들이, 같은 불확실성, 동일한 기대하고 있습니다  순간 꿈은 있었지만, 지금은  선수가되고 나는 흥분.





Creo que al pasar por los 36, yo ya tengo dos más damos  un giro existencial y vamos viendo llegar la mediana edad  nos hacemos conscientes, de repente, de que la vida no va a durar para siempre. Ya no hay tiempo para equivocarnos ni para aplazar decisiones, no hay tiempo para relaciones que no llevan a ninguna parte ni para estancarse en situaciones que nos agobian. A partir de ahora, debemos convertirnos en instrumentos de precisión, concentrados exactamente en lo que queremos hacer y siendo la persona que deseamos ser. La curva que vamos formando hacia la mediana edad es una segunda oportunidad, una llamada del alma para recuperar todo aquello que perdimos en el camino. Podemos ignorarla y pasar los años que nos quedan repitiendo  y lamentando los dramas del pasado. Pero también podemos escucharla y empezar a brillar con luz propia. Con la perspicacia y la cálida sabiduría podemos conducirnos por las diversas facetas que nos ayudaran a vivir la madurez en todo su esplendor.
Para ello, debemos aprender a sanar el pasado y hacernos  responsables de nuestra propia biografía, a no hacer oídos sordos al dolor y utilizarlo para expandir nuestra conciencia; a reencontrarnos y a correlacionarnos con la naturaleza; a descubrir que la libertad de los hijos y su crecimiento interno también nos libera. Y finalmente, aprenderemos a amar no desde el miedo ni desde la necesidad, sino sabiendo que ningún otro ser humano podrá suprimir nuestro dolor.
Sin duda, madurar significa aceptar que la vida quizá no era tan perfecta como habíamos creído, pero también que puede ser aun más fabulosa en aspectos que ni tan solo hemos llegado a conocer.

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario