martes, 6 de diciembre de 2011

Olala... París, París...


Una pared de cristal se interpone entre la tumba del escritor Oscar Wilde y los besos de sus admiradoras.
A pesar de que existía una multa de hasta US$12.000 para quien besara la sepultura, la piedra solía estar llena de decenas de siluetas de labios. Mientras Wilde pensaba que un beso puede arruinar una vida, las autoridades piensan que muchos besos pueden arruinar una tumba.
Árbol donde han empezado a dejar los besos para el escritor
La tumba
Se podían ver miles de besos dedicados al autor.
La tarde está tranquila en el cementerio del Père Lachaise de París. A pesar del frío de un día gris, turistas y parisinos pasean bajo los árboles que el otoño de la capital francesa dejó sin hojas.

En la calle Carette del cementerio, muchos de ellos se detienen frente a una tumba especial que todos los mapas del lugar señalan. Aquí es donde descansa el famoso escritor irlandés Oscar Wilde: una tumba de piedra clara, coronada por una estatua realizada por el escultor estadounidense Jacob Epstein.

Desde finales de noviembre el público no se puede acercar. La tumba está protegida por el muro de cristal. Ahora parece como nueva. El gobierno irlandés acaba de pagar su remodelación para quitar las huellas rojas que dejaban las admiradoras del autor al besar la piedra.

En la placa se lee el siguiente mensaje:
"La memoria de Oscar Wilde se debe respetar. Por favor no desfigure esta tumba. Es un monumento histórico protegido".
 
Una turista se acerca. "Ya he estado aquí. Mira como quedó", le dice a su amigo. "Antes esta tumba estaba llena de besos. El mío estaba por aquí me parece", comenta al señalar un lado de la piedra.
 
Al parecer, la grasa contenida en los lápices de labios usados dañaba el monumento, y cada limpieza provocaba la erosión de la piedra, que se volvía porosa. Para luchar contra el fenómeno, se ha instalado un cristal hasta media altura, que impide tocar la tumba.

Pintura de labios 'corrosiva'
 
Aunque algunos reconocen que es una costumbre un tanto rara y macabra, la mayoría de los turistas parecen decepcionados por el cambio. Todos están de acuerdo en que tenía más personalidad como era antes y se cree que al escritor  conocido por su homosexualidad, que le valió una condena a dos años de cárcel, le hubiera gustado esos besos encima de él.
 
Al final, sólo el guardia encargado del cementerio parece estar satisfecho por la medida. Thierry lleva cinco años trabajando en el cementerio. "Antes, cuando pasábamos por esta calle, muchas veces veíamos a mujeres besando la tumba. No entiendo porqué, supongo que una lo hizo y las demás siguieron el ejemplo", explica.
 
"Nosotros sólo les explicábamos que no podían y que era muy caro limpiar. Pero no entendían porqué otras lo habían hecho y ellas no tenían este mismo derecho. Además, la mayoría eran turistas y no entendían lo que les decíamos", añade.
 

Sin duda, los verdaderos amantes de Oscar Wilde conseguirán nuevas formas de demostrarle su afecto al autor del Retrato de Dorian Gray. Mientras alguien ha dejado una flor amarilla en el suelo, otros han preferido continuar con la costumbre del beso. El tronco del árbol que parece estar vigilando la sepultura ya lleva marcas de besos.

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