miércoles, 13 de junio de 2012

Acuarela "El baile del angelito", inspiración musical afrodescendiente


En marzo de 1823, mientras remontaba el río Magdalena en un champán maniobrado por una cuadrilla de bogas, el médico, pintor y viajero francés Francoise Desire Roulin captó en una acuarela el velorio de un niño a la orilla del río. En la pintura, titulada  "El baile del angelito"; frente a la puerta de una casa de bahareque, encima de una mesa cubierta con una tela blanca, se encuentra un niño muerto con las manos entrelazadas apretando un crucifijo. A un costado, sentada y recostada a la pared con las piernas cruzadas ala altura de los tobillos y las manos juntas sobre la pierna derecha , la madre entristecida mira hacia un grupo de de hombres y mujeres. En el grupo dos hombres negros con los dorsos desnudos y los pantalones recogidos en los muslos, bailan al ritmo de una música producida por un tambor, una especie de gaita y una quijada de caballo que tocan tres hombres. Alrededor de los danzantes cinco mujeres en cuclillas acompañan cantando y tocando las palmas para que el alma del infante se fuera en derechura al cielo de donde bajara. 


Esta es una hermosa acuarela de 189 años que aún se puede apreciar en todo su esplendor  como parte del legado de ese francés loco y enamorado del nuevo nuevo mundo como unas manos prodigiosas que describían sus pensamientos y lo cotidiano de ese paisaje llamativo que cada día asomaba frente a sus ojos.

"El baile del angelito", es una mínima muestra de la genialidad remota que tuvo la fortuna de hacer parte de la historia colombiana.

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