martes, 12 de junio de 2012

Un libro que llega al alma: DIARIO DE INVIERNO, del escritor norteamericano Paul Auster


Paul Auster es, por excelencia, el escritor del azar y de la contingencia; como no cree en la causalidad, persigue en lo cotidiano las bifurcaciones surgidas por errores o acontecimientos aparentemente anodinos. Esto sucede en la trilogía de New York, en La música del azar, y sobre todo en Leviatán, en su excepcional escena central. Su estilo es aparentemente sencillo, gracias a su trabajo y conocimiento de la poesía, pero esconde una compleja arquitectura narrativa, compuesta de digresiones, de metaficción, de historias en la historia y de espejismos (El cuento de Auggie Wren). También describe existencialmente la pérdida, la desposesión, el apego al dinero, el vagabundeo (en el palacio de la luna, cuyo personaje central se llama Marco Stanley Fogg, en una especie de unión de estos tres grandes viajeros). También se cuestiona la identidad, en especial en la La trilogía de Nueva York en la que uno de sus personajes (que no es el narrador) se llama como él; en Leviatán, en la que el narrador tiene sus iniciales (Peter Aaron) y conoce a una mujer llamada Iris (anagrama de su esposa Siri); o en La noche del oráculo, donde un personaje se llama Trause (anagrama de Auster). La enfermedad, el mimo en la descripción de los objetos de papelería, la meta- literatura son señas de identidad recurrentes que se dan en su obra.

Auster es un defensor de las libertades y se niega a visitar países "que no tienen leyes democráticas". Por eso no va a China y rechazó —en protesta por el más de centenar de periodistas y escritores que están encarcelados— la invitación que le hicieron a Turquía con motivo de la publicación allí de Diario de invierno.

En esta obra el autor vuelve la mirada sobre sí mismo y parte de la llegada de las primeras señales de la vejez para rememorar episodios de su vida. Y así, se suceden las historias: un accidente infantil mientras jugaba al béisbol, el descubrimiento del sexo, las masturbaciones adolescentes y la primera experiencia sexual con una prostituta, la re-memorización de sus padres, un accidente de carro en el que su esposa resulta herida, una presentación en Arles acompañado por su admirado Jean Luis Trintignant, la estancia en París, una larga lista comentada de las 21 habitaciones en las que ha vivido a lo largo de su vida hasta llegar a su actual residencia en park slope, sus ataques de pánico, los viajes, los paseos, la presencia de la nieve, el paso y la herida del tiempo. 

"Con todas estas historias Paul Auster construye un particular autorretrato".

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