martes, 22 de marzo de 2011

Delirio del bueno: La escritora Laura Restrepo.



«Todos los secretos están guardados en un mismo cajón, el cajón de los secretos, y si develas uno, corres el riesgo de que pase lo mismo con los demás.»

  Un hombre regresa a casa después de un corto viaje de negocios y encuentra que su esposa ha enloquecido completamente. No tiene idea de qué le pudo haber ocurrido durante los tres días de su ausencia, y con el fin de ayudarla a salir de la crisis empieza a investigar, sólo para descubrir lo poco que sabe sobre las profundas perturbaciones escondidas en el pasado de la mujer que ama.


    





La colombiana Laura Restrepo (Bogotá, 1950) se hizo conocida por su participación en la política de su país (formó parte de la histórica comisión encargada de negociar la paz con el movimiento guerrillero M-19), y recién cerca a los 40 años de edad inició una exitosa carrera literaria como narradora. Sus novelas -La isla de la pasión (1989), Leopardo al sol (1993), La novia oscura (1999), entre otras- han merecido galardones como el Sor Juana Inés de la Cruz (1997), el Prix France Culture a la mejor novela extranjera publicada en Francia en 1998 y el Premio Alfaguara de Novela que obtuvo por Delirio (Alfaguara, 2004), su más reciente libro, una obra narrativa de calidad pero en la que resulta demasiado evidente la huella de otros autores.




Ambientada en la agitada Colombia de los 80's, Delirio cuenta la historia de Aguilar, un maduro profesor que al volver de un breve viaje encuentra a su joven mujer Agustina convertida en una loca delirante. Aguilar toma las cosas con calma y trata de averiguar cuáles fueron las circunstancias en las que Agustina perdió la razón. Para que los lectores entiendan mejor esa locura, la autora narra la historia principal entretejiéndola con otras tres: la de la infancia de Agustina, compartida con sus hermanos Joaco y el Bichi, tan diferentes entre sí; la del abuelo Portulinus, un músico alemán que emigró a Colombia huyendo de la locura; y la de Midas McAlister, narcotraficante amigo de Joaco y Agustina, y el vínculo de la familia con Pablo Escobar.

Dos de esas historias subalternas, se convierten en un despliegue de personajes y situaciones que actualizan las viejas propuestas de lo real maravilloso. La niña Agustina practica extraños ritos con objetos como la colección de fotografías pornográficas de su padre; y Portulinus está encerrado en su propio universo interior, confundiendo la gente y la geografía colombiana con mitos y recuerdos europeos. Por su parte, la historia de McAlister, introduce elementos propios de la llamada novela sicaresca colombiana, cuyo más conocido exponente es La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo. En ambos registros la autora demuestra un sobresaliente dominio tanto de las técnicas narrativas como del lenguaje y la retórica pertinentes, desde las imágenes poéticas "maravillosas" hasta el humor negro y descarnado de los sicarios.

Con esa conjunción de tradiciones disímiles, Restrepo logra que su novela sea a la vez una saga familiar y un amplio retrato de la sociedad colombiana de los 80's; ambas, familia y sociedad, signadas por el caos y la locura: los delirios de Agustina (anagrama de angustia) se cuentan en paralelo con las excéntricas hazañas de McAlister (milagrero, por sus letras en inglés) y con una serie de atentados terroristas en Bogotá. Y los cuestionamientos de la autora van a la raíz de esos problemas, al manejo del poder: el machismo y la hipocresía reinantes en las familias de clase alta, las oscuras redes del dinero proveniente del narcotráfico, la corrupción de las autoridades y la sociedad colombiana en general.

Los aciertos de Restrepo -en la estrategia narrativa, el manejo del lenguaje y el retrato colectivo- se ven un tanto empañados por su intención de hacer de ésta una novela capaz de llegar a la mayor cantidad de lectores posibles. Restrepo quiso hacer de su libro un verdadero best-seller, y para lograrlo ya hemos visto que apeló a los más conocidos y efectivos recursos del realismo mágico y la sicaresca. A ellos hay que sumar un verdadero saqueo de personajes y técnicas de la narrativa del Premio Nóbel José Saramago; pero sólo para ofrecernos una versión light y mucho más comercial de esos recursos. Por eso la Agustina niña se parece más a la Amelie de la famosa película de Jean Pierre Jeunet que a la Blimunda saramaguiana en la que la autora dice haberse inspirado. Y lo mismo sucede con buena parte de los personajes y situaciones de la novela.

Esa vocación de "masividad", sumada a las más que evidentes virtudes literarias de la novela, fue seguramente lo que hizo al jurado del Premio Alfaguara (una empresa editorial, al fin y al cabo) elegir como ganadora a Delirio, una muy buena novela que consagra a su autora como una de las más importantes narradoras latinoamericanas de la actualidad. Y que por eso mismo ya no debería apoyarse tanto en los recursos y fórmulas de autores consagrados, así estos sean tan prestigiosos como García Márquez, Vallejo y Saramago.
Narrada con talento y emoción, la historia principal de esta novela se fragmenta en otras que se anudan a través de personajes llenos de matices. La autora muestra en esta obra una energía narrativa fuera de lo común, en donde el suspense se mantiene hasta un final esperanzador que cierra una hermosa novela, bien construida, mejor contada y brillantemente desarrollada.


  «Delirio es una expresión de todo lo que Colombia tiene de fascinante, e incluso de terriblemente fascinante. Y cuando el nivel de la escritura llega hasta donde lo llevó Laura Restrepo, hay que quitarse el sombrero. Lo digo en mi nombre.»

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