lunes, 3 de enero de 2011

Jardines Impresionistas

Un recorrido por el universo de los jardines, parques y huertos según la interpretación de pintores desde la Escuela de Barbizon hasta los pos-impresionistas.

Recibir la temporada invernal refugiados en un jardín primaveral es una propuesta muy seductora, que va de la mano con la fascinación que muchos sienten por ese espacio y que a veces, por necesidades urbanas, hemos visto reducido a una terraza. En ese hermoso lugar se han encontrado incontables artistas, uno de los más notables fue Claude Monet, quien al refugiarse en Giverny  llevó a su máxima expresión la regla impresionista de pintar al aire libre.
El jardín del pintor en Eragny de PISSARRO.

Este es el tema que da inició a la temporada 2010-2011 en la Galería Nacional de Escocia, en Edimburgo, y puede visitarse hasta el 13 de febrero (Hay otra ventaja se puede hacer vía virtual si estas en otro lado del planeta); es una exploración del mundo maravilloso y, en ocasiones, mágico de los jardines.

Dalias, jardín de petit Gennevilliers
 de CAILLEBOTTE.
Más de 130 obras reflejan la interpretación temática según la mirada, el estilo y el lenguaje pictóricos de medio centenar de pintores; entre ellos encontramos a varios consagrados como Eugene Delacroix, Camille Corot, Jean-Fracois Millet, Edouard Manet, Monet, Pierre Renoir, Camille Pissarro, Alfred Sisley, Vincent Van Gogh, Paul Cezanne, Pierre Bonnard, y Gustave Klimt.

La exposición ha sido subdividida en lecturas complementarias y opuestas de un mismo concepto tematico: el jardín visto en el contexto de la ciudad – y en el campo, como es el jardín del propio artista, tal es el caso de Monet, y el de Caillebotte en Dalias, jardín de Petit Gennevilliers. Morisot nos muestra un parque público, el Bois a Bologne en Mujer y niña en un jardín en contrapunto al jardín privado. Finalmente, como un espacio decorativo versus un productivo: El jardín del pintor en Eragny, de Pissarro, con especial énfasis en la figura del campesino que está trabajando la tierra.
Estanque de Nenúfares de MONET.

En la sección final de la exposición encontramos los jardines expresados con una soltura mayor en el lenguaje de los impresionistas tardíos, como en El estanques de los nenúfares, de Monet, y el de los posimpresionistas como el Sotobosque, de Van Gogh, acompañado por Bonnard, Vuillard, Toulouse Lautrec, Max Ernst y Klimt.

El gusto por pintar jardines y flores capturó el espíritu de los impresionistas. Al igual que Monet, Renoir intentó crearse un espacio lejos del mundanal ruido citadino y decía: “Pintar flores me relaja; no tengo la misma tensión que cuando estoy cara a cara con un modelo”. Otro acicate fue que la urbanización de París por el Barón Haussmann hizo posible que en el contexto urbano se incluyeran parques y jardines públicos.
Mujer y Niña en un jardín de MORISOT.

El placer por la jardinería era algo que Manet, Monet, Pissarro, Renoir, Caillebotte y Morisot compartían: entre ellos se estableció una complicidad alrededor del cuidado de sus plantas y flores. Paralelamente admiraban y envidiaban las rosas que la artista norteamericana Mary Cassat hacía florecer. En la correspondencia de algunos de los impresionistas leemos las preocupaciones por los problemas  que amenazaban ese preciado espacio. En una ocasión Monet le escribió a Caillebotte: “Está siendo un año desastroso para mi pobre jardín, porque además de la sequía tengo gusanos blancos que me devoran todo”. El afán de tener un jardín propio provocó la burla de Guy de Maupassant, escritor amigo de Monet y de Renoir, quien escribió de esa aspiración de los impresionistas por tener un espacio para dedicarlo “al cultivo de cuatro plantas de violeta, tres pensamientos y un rosal”. Esa búsqueda expresa esperanza en la continuidad de los ciclos de la vida: del renacer después del invierno. Tal como dijo Caillebotte: “Verán mi jardín en primavera”. Y Monet, cuya obra florece permanentemente bajo el techo de L´Orangerie, aseguró: “Creo que las flores son algo estupendo de pintar”.
Sotobosque de VAN GOGH.

Como ven a más de uno le encanta el campo ( me incluyo en esa panorámica ),
 las flores y su aroma y estoy hablando de personas de siglos pasados que quisieron y pudieron reflejar su admiración y sus impresiones en sus obras cumbres, en obras magnánimas… Entonces?
Porque no cuidar nosotros la naturaleza como símbolo de perpetuidad?

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