lunes, 24 de enero de 2011

TESOROS COLOMBIANOS

Así como San Agustín en el departamento colombiano del Huila, Tierradentro en el departamento del Cauca  son sitios simplemente especiales llenos de magia, llenos de misterio, de amor a sus creencias.

Cuando llegas a estos lugares llevas en tu mente infinidad de cuestionamientos y sales de ellos lleno de otros más porque puedes darle respuesta a una que otra pregunta pero sigues con la incógnita.

Así como en tiempo atrás les presente a San Agustín, hoy quiero que conozcan un poquitín de Tierradentro; tesoros colombianos.


Municipio de San Andrés de Piscimbala 
Hace ya muchos años, antes del descubrimiento del Nuevo Mundo o quizás antes de la Era Cristiana, también en América habitaban culturas y civilizaciones superiores. Y no se radicaron únicamente en México y en el Perú. Se desarrollaron en Colombia y entre sus valles y montañas imprimieron su talento. Ahí escondieron a la posteridad sus adelantos. En lugar seguro decidieron conservar sus riquezas, pusieron en práctica sus adelantos arquitectónicos y en los más espaciosos lugares subterráneos dejaron descansar a sus queridos muertos. Construyeron tumbas y tallaron en piedras monumentales la imagen de sus dioses. Con el cincel y el martillo rindieron homenaje a los animales y copiaron en las rocas lo que más les agradó de la naturaleza. 

Gradas en descenso para entrar a tumba 
Más de  1950 años después, un grupo de arqueólogos se encarga de desentrañar su cultura. Encuentran sus tumbas a muchos metros de profundidad y profanan con el mayor de los respetos sus lugares sagrados. Descubren sus restos y sobre ellos empiezan a desenredar, hasta donde es posible, la historia, las creencias y las costumbres de esta antigua civilización. 

paredes ovales
El lugar se llama Tierradentro y está localizado en el tranquilo municipio de San Andrés de Piscimbala. Un pueblecito en donde sobreviven los últimos descendientes de los indígenas paeces, a quienes según los estudios de la arqueología, pertenecen todas estas reliquias. Esta zona presenta importantes vestigios arqueológicos, principalmente por sus hipogeos de grandes dimensiones excavados en la roca.

Con techo plano abovedado, planta elíptica u oval y columnas sueltas y paramétricas, constituyeron un ejemplo de arquitectura funeraria única dentro del arte precolombino.
columna suelta en el centro de la arquitectura funeraria

Decoradas con pintura roja, negra y blanca, con figuras y rostros geométricos, en su interior se encuentran las urnas funerarias para entierros secundarios dentro de los cuales colocaban los restos óseos. Estas, de forma semiglobular y borde revertido, con decoración incisa empastada, aparecen decoradas con lagartijas y serpientes, hay platos, ollas, trípodes, vasijas y cuencos, suelen ser de color negro, café y rojo oscuro.

En Tierradentro, entre el masticar de la coca y el hilar del huso, los paeces de nuestros tiempos dibujan el paisaje que envuelve la cultura de sus antepasados y ahí, trasegando y sin quererlo, marcan un parangón entre lo que les dejaron los años y lo que les trajo esta nueva civilización.

Techo plano, columnas sueltas en grandes dimensiones
Mientras se desciende hasta lo profundo de cada tumba la admiración y el respeto crecen. Una maravilla arquitectónica queda al descubierto y un sinnúmero de escalones en medio de la  tierra, repletos de detalles, llenos de talento hacen indescifrable y complican mucho más los enigmas que protegen a los antiguos moradores de Tierradentro. Son las salamandras talladas con cincel en las paredes, los nichos revestidos de colores en el centro de la tierra, el rojo de la vida, el negro de la muerte, el mito de la serpiente en todas partes, las máscaras talladas en las paredes de las tumbas, la distribución de las columnas que cumplen fielmente la misión de sostener la obra en los siglos y en el tiempo.
Dibujos en hipogeos

tumba subterránea, esculpida en roca
Ahí están el sapo, el caimán, la vasija de barro, el chorote de la chica, la piedra pulimentada y todo lo que supieron captar de la naturaleza.
¿En qué época vivieron? ¿Quién enseñó tanto detalle? ¿De d
ónde venían? ¿Cómo lo hicieron?

Ni siquiera, con los datos obtenidos hasta el momento se puede hacer una historia. Los huesos encontrados en las tumbas, son tan solo polvo, no se pueden analizar. Las piedras talladas y las tumbas no tienen nada en común. Es como si las hubieran hecho en dos épocas, dos culturas. En el libro de recuerdos de los paeces sobrevivientes no se habla de los hallazgos de Tierradentro. Hasta para ellos es un tabú. Dicen los ancianos que se trata de un legado de sus enemigos los pijaos, feroces e invasores que se apropiaron de sus terrenos para dejar en ellos el sueño de sus muertos. Los pijaos eran indeseables. Arrasaban tambos, quemaban cosechas, mataban paeces para comérselos. Por eso nada quieren saber del lugar que por algún tiempo habitaron los pijaos. 
Columnas en color rojizo y negro, esculpidas en fondo
 para dar forma al hipogeo   

Continúa el descenso a las tumbas y aparecen más interrogantes. ¿Con qué luz trabajaron, si ni siquiera utilizaron antorchas?

De haberlas usado estarían las huellas en el piso, o los lugares para colocarlas en las paredes.

¿Sería aquí donde inició el camino la cultura agustiniana, en donde hicieron las primeras letras o tal vez fue en las lomas de Tierradentro en el cerro de Aguacate o en Aguabonita donde vino a padecer su decadencia?

El máximo descubrimiento lo constituye la estatua de dos cabezas encontrada  en Aguabonita, el lugar clave. Un posible nexo entre Tierradentro y San Agustín.

Estatua de dos cabezas
A la estatua de dos cabezas llegaron a través del rumor de un indio. El anciano recordó que en 1916 un guaquero encontró una estatua de dos cabezas y como no halló oro volvió a enterrarla.

La divinidad estaba a tres metros de profundidad. Poco a poco el amoniaco y otras sustancias que usan los entendidos para limpiar estos hallazgos, fueron destruyendo los hongos. Cuando llegó el momento y la belleza de la estatua estaba en su plenitud, todo el pueblo ayudó a levantarla. Fue como un día de fiesta nacional y la única forma posible de ponerla en pie cuando no se cuenta con los medios suficientes. 

La escultura en piedra, la mujer de dos cabezas, o la representación del bien y el mal, de la vida y la muerte, del día y la noche, en fin, de una dualidad, constituye una obra única en América, desde Tierra del Fuego hasta el Estrecho de Bering. En el tocado de la cabeza parece inspirada en los antiguos egipcios y debido a la perfección de sus facciones, se vuelve más enigmático, más increíble el descubrimiento arqueológico. 

En Tierradentro cada día se hace más palpable que quien ejecutó las tumbas, quien esculpió el caimán, el sapo, o la estatua de dos cabezas, es poseedor de un cerebro superior.

Ahora las obras mudas hablan por sí solas de su artista inspirador.

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